Creerle a Uribe: la decisión que acabó con Luis Carlos Restrepo, el célebre ‘Doctor Ternura’

Por IVÁN GALLO – Fundación PARES en alianza informativa con EL UNICORNIO

La última vez que supimos de Luis Carlos Restrepo, el comisionado de paz de Uribe que llegó a un acuerdo con los paramilitares, fue en el 2024. El ex comandante Salvatore Mancuso hizo una acusación muy grave contra él: lo señaló de ser el instigador de la muerte de Vicente Castaño. De Amalfi eran los hermanos Fidel, Vicente y Carlos Castaño. Fidel fue asesinado al año de la muerte de su gran enemigo, Pablo Escobar. Carlos fue asesinado por orden de Vicente y, sobre este último, aunque nunca se confirmó oficialmente su muerte, los rumores arreciaron. Esta versión de Mancuso dada el año pasado ayuda a que la historia se enrede aún más: “Cuando Vicente Castaño le solicitó al comisionado Luis Carlos Restrepo y al presidente Uribe, y así se lo hizo saber a través de Sabas Pretelt de la Vega y monseñor Vidal, que él se entregaba si se firmaban los acuerdos a los que habíamos llegado las autodefensas con el Gobierno del presidente Uribe en representación del Estado colombiano, lo que sucedió fue que asesinaron a Vicente Castaño. Quien estuvo detrás de esa muerte como instigador fue Luis Carlos Restrepo, como representante del Gobierno”.

Nada se sabe de la muerte de Castaño. La versión de Mancuso es la que enreda al excomisionado de paz. Otros exjefes paramilitares lo han mencionado. Ellos son Daniel Alberto Mejía, y Jesús Ignacio Roldán, alias ‘Monoleche’. Desde el 2012 quien fuera conocido como “Doctor Ternura” por sus estudios sobre el tema, salió del país. Aunque el lugar donde está refugiado es desconocido, se cree que podría estar en Canadá.

La historia de Restrepo es una tragedia que pocos recuerdan.

Antes de conocer a Francisco Santos en 1997, a Luis Carlos Restrepo nunca se le había ocurrido meterse en política. Doctor en medicina y cirugía de la Universidad Nacional, especialista en psiquiatría y magister en Filosofía de la Universidad Javeriana, Restrepo era un reconocido intelectual de clara tendencia progresista, uno de los primeros que en los años noventa creía que la única solución que tenía la guerra contra las drogas, que en esa época cobraba miles de muertos en Colombia, era la legalización. Corría 1991 y se vivía un aire de esperanza que traía una nueva Constitución.

Restrepo formaba parte, junto con Antanas Mockus, el padre Francisco de Roux y Hernando Gómez Buendía, de la campaña Viva la ciudadanía que intentaba acercar la nueva Carta Magna a todos los sectores que no la conocían. Tenía 39 años este caldense nacido en Filandia y, para contradecir a su familia fervorosamente conservadora, abordaba luchas como la opción de abortar y la legalización de la dosis mínima. En 1994 lanzó uno de los libros más vendidos en la historia de la siquiatría en Colombia, El derecho a la ternura, donde propugnaba por una educación donde lo más importante fuera el amor, al conocimiento, a la lectura, al otro, a la humanidad. Sin embargo, todo cambió en 1997.

En ese momento Francisco Santos Calderón, quien había tenido un largo secuestro por el Cartel de Medellín en 1990,  lo convenció de participar en el Mandato por la paz. Fue una fiebre de paz que contagió al país movilizando a 10 millones de personas que votaron contra la no violencia. Fue por medio de Santos que Restrepo llegó al primer gobierno de Uribe. El 7 de agosto de 2002, cuando las Farc atacaron la posesión de Álvaro Uribe con roquetazos a la Casa de Nariño, Luis Carlos Restrepo asumió como Alto Comisionado de Paz. La guerra en ese momento azotaba el campo colombiano e incluso llegaba a las ciudades.

Uribe tomaba el país en el caos que lo había dejado Pastrana y su errático proceso de paz con las Farc. Durante tres años esta guerrilla manejó la Zona de Distensión de San Vicente del Caguán, convirtiéndola en un santuario de secuestro y narcotráfico. El ciudadano de a pie creía que esta era la demostración de que esa guerrilla, comandada por Manuel Marulanda Vélez, había derrotado al Estado colombiano. Además, en amplias zonas del país, como en la Costa Norte, el Catatumbo y Urabá, las Autodefensas Unidas Colombianas comandadas por Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, luchaban para quitarle el territorio a la guerrilla, dejando a su paso una estela de muertos y de horror. Con un discurso de cero concesiones y apostándole a la confrontación, Álvaro Uribe, en los últimos dos meses de la campaña presidencial de 2002, arrasó a su rival, el liberal Horacio Serpa. Apoyado por la gran mayoría de los colombianos, Uribe inició un proceso de paz con las Autodefensas. Restrepo sería su ficha clave.

El país encendió los televisores al mediodía del 15 de julio del 2003, en Santafé de Ralito, Córdoba, cuando delegados de las Autodefensas y el gobierno Uribe, en cabeza de Restrepo, se comprometían a “dar inicio a una etapa de negociación”, teniendo “como propósito de este proceso el logro de la paz nacional, a través del fortalecimiento de la gobernabilidad democrática y el restablecimiento del monopolio de la fuerza en manos del estado”.

El optimismo no podía ser mayor. Todo parecía funcionar. En noviembre de ese mismo año Don Berna, quien, con sus hombres del frente Cacique Nutibara convirtió la Comuna 13 en un infierno en 2002, deponía sus armas. Entre 2003 y 2006 se desmovilizaron 20 bloques. Cobijados por la ley de Justicia y Paz, temibles comandantes como Jorge 40, Ernesto Báez y Salvatore Mancuso se entregaron al gobierno de Uribe. En el 2006, según reseña La Silla Vacía con datos para la Agencia Colombiana para la Reintegración, se habían entregado 30 mil paramilitares. Sin embargo, los nubarrones para Restrepo empezaron a enturbiar lo que parecía un horizonte completamente despejado.

Lo más grave fue la investigación por la falsa desmovilización de 62 guerrilleros de una supuesta compañía de las FARC denominada Cacica la Gaitana. Aunque se televisó la entrega a todo el país, se notaba que las armas eran falsas. Como se sabría meses después, se trataba de habitantes de calle bañados, arreglados y vestidos como guerrilleros que recibirían cada uno incentivos de entre 500 mil y 1 millón de pesos. El falso comandante era Biófilo, conocido en todo el país por su cola de caballo y quien se llamaba en realidad Felipe Alejandro Salazar, un estudiante de la Universidad del Tolima, hijo de una pintora y de un vendedor de libros que leía con fruición libros de Hegel.

En 2014 Biófilo reapareció en los medios de comunicación, después de salir del país un año antes con rumbo a Uruguay. En una entrevista con La FM, acusó nuevamente a Luis Carlos Restrepo de orquestar la falsa desmovilización: “Me ratifico en la denuncia sobre un plan sistemático para inflar los procesos de desmovilización y generar un impacto en la opinión pública, para que creyera falsamente en el éxito de la política de Seguridad Democrática”.

La Fiscalía comenzó a investigar a Restrepo en 2012, mientras Viviane Morales estaba al frente del Bunker y Juan Manuel Santos era presidente. Al excomisionado se le imputaron los cargos de prevaricato por acción, peculado por apropiación, concierto para delinquir, fraude procesal y tráfico de armas, tras las denuncias de Biófilo. Según Salvatore Mancuso, el desarme de una compañía de las Farc fue idea de los paras para quitarle presión a la desmovilización de las AUC y la ley de Justicia y Paz.

Además de la Gaitana, Restrepo tiene procesos por haber dado instrucciones al comandante del Bloque Catatumbo de las AUC de no entregar al ICBF a los menores de edad que hacían parte de dicho grupo armado, al momento de la desmovilización que se realizó de diciembre de 2004 en la vereda Campo Dos en Tibú (Norte de Santander). Por el contrario, fueron entregados directamente a las familias. El otro proceso que se le sigue es por la desmovilización del bloque Elmer Cárdenas.

La declaración de Mancuso del 2024 podría enredarlo aún más. Quienes lo conocen, saben que sus últimos años han sido tormentosos. Todo el prestigio de intelectual que cuidadosamente cultivó, se terminó. En un caso así, el desprestigio es más doloroso que la muerte física.

@IvanGallo78

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