¿Qué será lo que quiere el Donald?

El 2 de abril marcó el final de la globalización por parte de Donald Trump. Estados Unidos fue el promotor de la globalización y ahora está dedicado a acabarla.

Estados Unidos se desindustrializó, la productividad se ha estancado, las clases medias han perdido poder de compra, su sistema educativo viene fallando, su infraestructura es inadecuada, su sistema de salud es un desastre, hay problemas de vivienda, una juventud drogadicta y sus valores están en el nivel más bajo.

Trump y su equipo tienen la conciencia de que Estados Unidos viene en decadencia ante la aparición de nuevas potencias, como China, fundamentalmente, Rusia, India y otros países asiáticos. Militarmente, Rusia está hoy adelante y China viene acercándosele.

En 2010, China se convirtió en la potencia manufacturera del mundo, superando a Estados Unidos. Medido en Precios de Paridad Adquisitiva, el Producto Interno Bruto (PIB) de este país ocupa el primer lugar del mundo, seguido por Estados Unidos, India, Japón, Alemania y Rusia.

El hegemón se enfrenta a rivales; de aquí el eslogan Make America Great Again, “recuperar la grandeza de América “. Como muestra la historia, cuando la potencia dominante ve rivales, se vuelve más agresiva para mantener su predominio.

La falacia arancelaria

En su presentación en la Casa Blanca, en una operación de mercadeo político, Trump presentó en un gráfico su nueva política arancelaria. Mostró cómo iba a aumentar los aranceles para todo el mundo, según la fórmula simplista de imponer un arancel igual a la mitad de lo que cada país le cobra a Estados Unidos.

Así, por ejemplo, dijo que “Europa nos cobra el 40% de aranceles, ahora se los vamos a aumentar al 20%”. Pero esto es una falsedad, porque en realidad Trump se refería al déficit comercial de Estados Unidos con cada país del mundo (el déficit comercial con Europa es de 40,0%). Esta es una confusión inadmisible y una argumentación completamente errónea.

Pero el asunto es más complicado porque, por ejemplo, Colombia no tiene superávit comercial con los Estados Unidos, sino un déficit. Y sin embargo nos imponen un arancel del 10,0%, lo cual no es consistente con el argumento del presidente Trump.

Hay mucha arbitrariedad con los argumentos del señor Trump; pero entonces, se inventa otro tipo de argumentos, como el hecho de que en Colombia se cobre el IVA a productos importados desde Estados Unidos —lo cual no es un arancel—.

Parte de la estrategia de Trump es permitir que el dólar se devalúe para fomentar las exportaciones y limitar las importaciones. También va a proponerle al Congreso una nueva rebaja de impuestos a las utilidades para atraer industrias de otros países. Pero estas medidas tienen implicaciones tributarias o monetarias que a su vez contradicen el propósito de eliminar los déficits comerciales.

Fin de una época

Aunque ya había fisuras en la globalización, Trump le dio el jaque mate. A partir del 2 de abril de 2025 desaparecieron la globalización, el Consenso de Washington, el libre comercio, las normas sobre el déficit fiscal y el endeudamiento público, las privatizaciones o, en general, el neoliberalismo.

El mundo que se conformó después de la Segunda Guerra Mundial está muerto. Las negociaciones de Bretton Woods de 1944 que pusieron en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional para dar estabilidad a las transacciones económicas, que creó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que exigía a los países garantizar la convertibilidad de sus monedas al dólar estadounidense, que preveía una mayor cooperación para evitar devaluaciones competitivas, desaparece.

La Organización Mundial del Comercio-OMC (que reemplazó al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio-GATT creado en 1947) y otras similares ya no tienen sentido. Y el dólar poco a poco va a perder poder.

Pero no todos en Colombia han entendido lo que ocurrió, los ortodoxos siguen hablando como si nada hubiera pasado.  Ahora va a predominar el nacionalismo económico, lo que se llama la soberanía económica.

Inflación y recesión

Las medidas de Trump producirán un aumento de la inflación y además una recesión.

J.P Morgan prevé para Estados Unidos una tasa de crecimiento negativa de o, 3%  en 2025, un desempleo del 5,3%, y un aumento en la inflación  de entre 4,0% y 4-5%.

En efecto, el aumento global en los aranceles va a elevar los precios de todos los bienes, lo cual disminuye su consumo, y esto a su vez frena el crecimiento del PIB; es decir, en resumen, tendremos estanflación, un aumento simultáneo de la inflación y caída de la actividad económica.

Estas consecuencias se darán apenas entren a regir los nuevos aranceles, y el efecto depresivo durará hasta que los consumidores superen este choque inicial, ya sea porque las empresas se vean obligadas a reducir sus utilidades para reducir los precios o porque se den estímulos de los gobiernos como subsidios y reducción de impuestos. Estamos ante una situación global muy compleja.

Ahora, los trumpistas son conscientes que en el corto y aún en el mediano plazo, la situación puede ser difícil, pero esperan que después llegarán los tiempos felices. Pero necesitan que, antes de las elecciones para el Congreso de finales de 2026, la economía comience a recuperarse porque, de lo contrario, los demócratas podrían avanzar y ganar en la Cámara de Representantes. El desafío es enorme y no hay nada seguro.

Cómo responderán los demás

Por supuesto los que tienen cierto poder en el resto del mundo no se van a quedar quietos.

China aumentó los aranceles a Estados Unidos en 34,0%. Siendo el mayor productor de los llamados “metales de tierras raras”, también limitó las exportaciones a Estados Unidos, un golpe crítico en la carrera por la alta tecnología.

Hay una guerra comercial como no se veía desde la segunda Guerra Mundial. Esto va a conllevar un caos global con caídas en las bolsas como viene ocurriendo desde el viernes 4 de abril. Repito, es muy difícil predecir, hay muchos agentes que van a jugar, y hay que esperar a que la situación se estabilice.

Pero también hay que tener en cuenta que Trump es muy impulsivo y puede recular y esperar un tiempo para negociar con los países.

Una apuesta difícil

La pregunta es si todo este tipo de medidas frenará la decadencia del coloso del Norte.

Es posible que la política de los aranceles tenga alguna eficacia, pero no tanta como esperan los trumpistas por la reacción de países como China, el gran rival de los europeos y los anglosajones.

También si logra aprobar una seria reducción de impuestos a las corporaciones, atraería un buen número de empresas americanas reubicadas en China u otros países vuelvan; pero esto requiere tiempo.

¿Y Colombia?

Estamos pues ante cambios radicales. Entramos a un nuevo mundo de multipolaridad, de desglobalización, de bloques regionales.

Los países débiles como Colombia estamos en una posición muy complicada, sobre todo si actuamos solos. Hoy más que nunca es necesaria una posición latinoamericana, pero esto se ve difícil porque las diferencias ideológicas entre países, cegados, que no entienden la urgencia de  unirse para defendernos de las grandes potencias.

Pero, claramente, se acabó la globalización, el multilateralismo también está de muerte, y el neoliberalismo ya es cosa del pasado. Entramos a la época de la multipolaridad.

Después del derrumbe de la Unión Soviética en 1991, el avance de China y la recuperación de Rusia bajo Putin a partir del siglo XXI, hoy hay tres grandes potencias militares y económicas, y detrás vienen creciendo India y otros países como Indonesia, Turquía, Brasil y México.

@DiegoOteroP

* Imagen de portada, tomada de https://elordenmundial.com/

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