Los amantes textarudos

Olga Gayón/Bruselas

La lectora ha decidido cerrar nuestra historia sin mostrar ninguna clase de empatía. Antes de encerrarnos entre la portada y la contraportada para mandarnos a dormir el sueño de las letras, los cuatro (nuestra autora, la leyente y nosotros dos) habíamos tenido una discusión porque no lográbamos ponernos de acuerdo con las palabras que expresaban nuestra relación. Ella, la que compró la novela, dudaba de que dos amantes surgieran de las palabras, así sin más. La autora, por su parte, defendía a viva voz sus construcciones gramaticales y sus coqueteos con el deseo para moldearnos. Nosotros, los directamente cuestionados, le manifestamos a la compradora del libro que somos una pareja nacida de la mente de la autora y que gracias a ella la lectora ahora podía recrearse en nuestras vidas, hurgar en nuestras intimidades y además, tomarse la licencia de despreciarnos como pareja: esto último la hizo enfurecer.

Sin pronunciar ni media palabra, con su manos y tras un golpe seco, echó cerrojo a nuestra existencia. Clausuró nuestra leyenda condenándonos, al peor de los padecimientos: el olvido. Esa noche los dos, aplastados en la prisión por las mismas frases que nos habían parido, casi morimos de asfixia. El dolor que nos oprimía el alma estuvo a punto de ahogarnos.

Entonces, los dos muy juntos, decidimos unir nuestros brazos. Ya pegadas las cuatro extremidades enfrente de nuestros cuerpos aplanados, muy unidos, los dos nos desgarramos al empujarnos hacia afuera, pero conseguimos liberarnos de esa postergación eterna a la que habíamos sido lanzados sin perdón, sin clemencia y con mucha alevosía.

Ya una vez redimidos, decidimos convertir el papel en bronce para quedar inmortalizados ante los ojos de todos, sin necesidad de que nadie más dudara de nuestro amor, nacido gracias a la pasión de las letras y a la textualidad de las palabras para darnos significado.

Desde entonces, el mundo nos conoce como los amantes que pervivieron gracias a su invencible y literal textarudez.

Escultura de Paola Grizi.

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