Trump desestabilizó al Partido Demócrata

El Partido Demócrata ha sido incompetente en asimilar la derrota contundente que le propinó el Partido Republicano en las elecciones de noviembre pasado e incapaz de enfrentar las decisiones del presidente Donald Trump, que están poniendo en serio riesgo la democracia norteamericana, haciendo estallar en pedazos muchas de las políticas e instituciones que la han sostenido por cerca de 250 años y dejando eventualmente paralizado el sistema judicial, que tampoco reacciona.

La frenética carrera del primer mes de presidencia de Trump, ha desnudado la falta de estrategia política de los demócratas, que sabían lo que iba a ocurrir en el gobierno republicano, pero tenían la expectativa de que las decisiones atrabiliarias del Presidente no se producirían de manera tan rápida y severa, como en efecto está ocurriendo.

El veterano senador demócrata Chuck Schumer, quien completa un cuarto de siglo en el congreso americano y quien lidera a su partido en esa cámara alta, no ha propuesto un plan que le permita a la colectividad reaccionar oportunamente frente a los desafueros de Trump. Lo mismo está ocurriendo con Hakeem Jeffries en la Cámara de Representantes.

Es tan ineficiente la acción de estos dos congresistas de Nueva York, que no tuvieron la fuerza para enfrentar a Ken Martin, senador de Minnesota, que ahora es el presidente del Comité Nacional Demócrata, la máxima instancia de este partido fundado hace 197 años.

El único que está levantando la voz de manera contundente contra las decisiones de Trump y está ganando el liderazgo indiscutible dentro del Partido Demócrata, es el senador por Connecticut, Chris Murphy,

Murphy es el único que ha sabido capitalizar el descontento de los militantes demócratas y la ira que han despertado ciertas acciones del presidente Trump entre las bases republicanas. Los ciudadanos pertenecientes a los dos partidos están observando con asombro e indignación, la forma cómo el mandatario norteamericano está pasando por encima de la ley, retando la Constitución, arrodillando a las mayorías del Congreso y desobedeciendo las órdenes judiciales.

Si al párrafo anterior le quitáramos el apellido al presidente norteamericano, muy seguramente la gente pensaría que estaríamos hablando de sátrapas como Maduro, Ortega, Putin, King Jong-un, Lukashenko, Afewerki o Netanyahu. Por eso es que occidente no entiende cómo los electores le permitieron a Trump regresar al poder para que desatara su furia y sus deseos irrefrenables de venganza contra sus enemigos políticos.

Hoy parece un imposible descifrar las intenciones de Trump cuando prefiere a Rusia y no a los aliados europeos. Quiere desalojar a los palestinos de Gaza y desarrollar en ese terreno un proyecto inmobiliario (un acto demencial). Amenaza con aranceles a sus principales socios comerciales para luego echar pie atrás. Desencadena la más brutal persecución contra los inmigrantes ilegales y anuncia que los que tienen cierto nivel de legalidad también serán expulsados. Desestabiliza la burocracia federal y ataca a los gobiernos demócratas en diferentes estados. Le otorga poderes ilimitados e ilegales a un multimillonario y perdona los más oscuros episodios contra la institucionalidad ocurridos en 2021. La investigación científica está siendo drásticamente acorralada y los derechos de las minorías raciales y sexuales empiezan a sufrir la brutalidad de sus acciones.

A pesar de esta locura desatada por Trump, los líderes demócratas aun no saben cómo reaccionar.

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