Te encuentras inmerso en la vida de Guadalupe desde la primera página. La voz narradora, íntima y directa, te susurra al oído la historia de este último hijo, varón inesperado en una familia que anhelaba una niña. Bautizado con un nombre que resonaba con la feminidad esperada, Guadalupe crece en un universo de hábitos y costumbres tradicionalmente femeninos. Jesús María Pineda-Patrón teje con delicadeza este ambiente, mostrándote la naturalidad con la que Guadalupe se desenvuelve, aceptado y querido tanto por su familia como por la comunidad.
Sin embargo, percibes desde temprano esa quietud reservada que envuelve a Guadalupe. A través de tus ojos, observas sus gestos, sus silencios, esas inclinaciones que la sociedad asocia con la crianza femenina, contrastando sutilmente con las expectativas impuestas por su género biológico. No hay conflicto abierto, no hay rechazo manifiesto en su entorno cercano, pero intuyes una distancia interior, un territorio inexplorado en su propia alma.
El gusto por la danza irrumpe en su vida como un torrente silencioso. Pineda-Patrón te transporta a ese espacio donde el movimiento libera a Guadalupe de las convenciones, donde su cuerpo encuentra una expresión que las palabras quizá no alcanzan. Pero este amor por el baile lo enfrenta a un mundo exterior más rígido, a miradas que cuestionan y a juicios implícitos sobre lo que significa ser “hombre”.
La partida de su tierra natal marca un punto de inflexión. De repente, te encuentras junto a Guadalupe en un escenario donde las estructuras sociales que conocía se desdibujan frente a la imponente fuerza de la naturaleza. La pluma de Pineda-Patrón se vuelve evocadora al describir este nuevo entorno, donde las montañas y los ríos no entienden de normas impuestas. Sientes la desorientación de Guadalupe, su lucha por encontrar un sentido en un mundo que no se rige por los códigos aprendidos.
La sociedad que encuentra en su camino es implacable. A través de las interacciones de Guadalupe, experimentas la rigidez de unos principios que reducen la identidad a una etiqueta, a un nombre que, en su caso, parece predeterminar un destino que él no eligió. Sientes su frustración, su silenciosa batalla contra una concepción del ser humano que lo encasilla y lo define antes de permitirle ser.
En esta “nouvelle”, Jesús María Pineda-Patrón logra una profunda reflexión sobre la identidad, el género y la fuerza de las convenciones sociales. Al adoptar la segunda persona, te obliga a meterte en la piel de Guadalupe, a sentir su ambigüedad, su reserva, su anhelo de autenticidad en un mundo que insiste en definirlo por su nombre. La prosa del autor es precisa y sensible; capta los matices de la experiencia de Guadalupe con una delicadeza que perdura mucho después de la última página. No esperes un drama estridente, sino una exploración íntima y conmovedora de un alma en busca de su propio lugar en el mundo.
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Jesús María Pineda-Patrón es un intelectual colombiano con una sólida trayectoria en la lingüística. Su trabajo se caracteriza por la profundidad teórica y una mirada reflexiva sobre el poder del lenguaje en la vida humana. Su incursión en la ficción ofrece una ventana interesante a otra faceta de su pensamiento, donde las herramientas del lenguaje se ponen al servicio de la exploración narrativa y la comprensión de las complejidades de la existencia.
Su labor académica se centra principalmente en la filosofía del lenguaje, la semántica y la pragmática. Es conocido por su rigor intelectual y su capacidad para abordar temas complejos con claridad y profundidad. Como docente universitario, ha dejado una huella significativa en varias generaciones de estudiantes. Su pasión por el lenguaje y su habilidad para transmitir conocimientos lo convierten en un profesor admirado y respetado. Suele ser descrito como un académico exigente pero justo, que fomenta el pensamiento crítico y la curiosidad intelectual en sus alumnos.
Más allá de su trabajo puramente académico, Pineda-Patrón ha mostrado un interés por explorar las dimensiones más humanas y sociales del lenguaje. Su incursión en la narrativa, como lo demuestra esta “nouvelle” sobre Guadalupe, revela una sensibilidad especial hacia las historias individuales y cómo el lenguaje moldea nuestra percepción de la realidad y de nosotros mismos.
Aunque su obra de ficción puede ser menos conocida que sus contribuciones a la lingüística teórica, es probable que en ella encontremos reflejos de sus preocupaciones académicas, como la construcción de la identidad a través del lenguaje, la influencia de las normas sociales en la expresión individual y la compleja relación entre el nombre y el ser.
@PunoArdila