Hay periodistas que en su visión de la política pueden estar situados en orillas opuestas, pero hay momentos en que coinciden. Para ponernos en contexto, hace unos meses la columnista Ana Bejarano en charla con Los Danieles afirmó esto: “he visto mucha gente diciendo -y creo que tienen razón- que el panorama periodístico de Colombia necesita más pluralidad de voces. Hay un sector de la izquierda que siente que el cubrimiento mediático de lo que llaman la prensa hegemónica o los grandes medios, está ladeado contra Petro. Y ellos lo que ofrecen es otra mirada de las cosas. Yo creo que eso es valioso”.
Precisamente desde la orilla de la izquierda, cuando era director de El Calentao el hoy vicecanciller de la República, Mauricio Jaramillo, en columna para El País América y en respuesta a artículo de Camila Osorio titulado El megáfono de Hollman Morris, dijo esto: “Es extraño que, salvo en casos como el de La Silla Vacía, sólo se ejerce “periodismo al periodismo” del Sistema de Medios Públicos, mientras se hacen apenas someras alusiones a los abusos de las mesas de trabajo que incluyen maltrato a invitados, censura, autocensura y afirmaciones clasistas”. (Ver columna).
El articulista aludía a una palabra clave: abusos. Esto se ha hecho evidente desde que Morris fue nombrado gerente de RTVC, pues lo convirtieron en blanco de ataques que en realidad van dirigidos contra la gestión del presidente Petro, mediante el cuestionamiento de la identidad editorial que le ha impuesto a la entidad.
Para mostrar un ejemplo reciente, el lunes 10 de marzo el director de Blu Radio, Néstor Morales, al cuestionar actos de vandalismo con motivo del Día Internacional de la Mujer, en forma poco ‘edificante’ pedía no olvidar la ubicación de las instalaciones de RTVC para próximas marchas, mientras señalaba a Morris de maltratador y violento (desconociendo fallos judiciales que lo han absuelto), con lo cual parecía incitar a las vándalas a actuar contra el edificio del Sistema de Medios Públicos.
Esto se inscribe dentro de lo que hacen empresas como RCN y Caracol, Semana, El Tiempo, El Colombiano, El Heraldo de Barranquilla, El País de Cali, Vanguardia de Bucaramanga y un largo etcétera, consistente en abusar de la buena fe de sus audiencias mediante el manejo tendencioso de la información, con un propósito corporativo: sembrar pesimismo, confusión y zozobra en torno a la figura del presidente Petro, porque tienen claro que para el rescate o florecimiento de sus negocios es necesario que fracase el gobierno del cambio.
Volviendo a Ana Bejarano, ella decía que el periodismo está cooptado y le hace falta autocrítica, y que le parece “valioso” lo que hace la izquierda para tratar de equilibrar las cargas con la prensa hegemónica. De ser así, lo que hoy hace Morris a la cabeza de RTVC estaría en la dirección correcta, al menos en lo que concierne a “equilibrar las cargas”.
Casi como concediéndole la razón a la columnista, Hollman dijo algo incuestionable en entrevista con La W: “Hoy el gran partido de oposición al gobierno progresista y popular de Gustavo Petro son los grandes medios de comunicación”. Se percibe entonces que RTVC estaría actuando como una herramienta de defensa del Gobierno para enfrentar a tan poderoso cartel de medios opositores, en unos términos al parecer apremiantes.
Ya dejó de hablarse de esa aparente conspiración soterrada a la que se le llamó el “golpe blando”, pero lo ocurrido durante la campaña del plebiscito de 2016 no debe perderse de vista, porque mostró cómo la extrema derecha cuenta con verdaderos genios de la propaganda política, tanto para cometer asesinatos morales (lo lograron contra Juan Manuel Santos) como para haberle hecho creer a la mayoría más ignorante de la población que el acuerdo de paz con las Farc encarnaba el diabólico propósito de volver homosexuales a los niños.
Es sabido que en aquella ocasión el pueblo terminó por preferir en las urnas la continuación de la guerra a la consolidación de la paz… y el sucesor de Santos fue Iván Duque, un simple títere del gran maestro de la caverna política.
Dije en columna anterior que no percibo un golpe de Estado en curso, sino un asesinato de carácter contra Petro, casi calcado del que usaron en 2016 contra Juan Manuel Santos. Así las cosas, no se caería en error al asumir que en ocasiones la mejor defensa es el ataque y, en lo que concierne a RTVC, resulta apenas comprensible que se asuma como un ariete de lucha y defensa contra los embestidas coordinadas que vienen haciendo los medios hegemónicos en defensa de sus intereses corporativos.