Por HORACIO DUQUE*
No se necesita volar con la imaginación para sugerir la idea de un nuevo estallido o revuelta social como la que ocurrió en Colombia en abril del 2021 contra el nefasto gobierno de Iván Duque, cuando pretendió imponer una regresiva reforma tributaria después del enorme sufrimiento que representó la peste del Covid en 2020, dejando exhausta a la sociedad en sus capas más débiles y vulnerables.
En una audiencia pública en Cali sobre la reforma laboral, convocada por la Comisión VII del Senado, el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores/CUT, la más importante del país, Fabio Arias, advirtió que se convocará nuevamente al estallido social si los parlamentarios de la ultraderecha colombiana siguen con el bloqueo y sabotaje de la reforma laboral en el trámite legislativo, que intenta recuperar derechos de los trabajadores cercenados de manera grotesca en el gobierno de Uribe Vélez como se dio con las horas extras.
La indignación y desazón de Arias es la de millones de colombianos que observan inermes cómo los clanes y roscas políticas de todos los pelajes (parlamentarias, judiciales, burocráticas, contractuales, las administradoras de salud, los dueños de las tarifas de luz, los dueños de los juegos de azar virtuales y mediáticas) promueven movidas como guerras jurídicas, golpes blandos, sabotaje legislativo, campañas de prensa con grandes mentiras, apagones de luz y suspensión de servicios de salud para bloquear O sabotear el desarrollo de la plataforma con la que gobierna el presidente Gustavo Petro en representación de un bloque popular configurado justamente en los ambientes de la movilización social de abril del 2021.
La más reciente jugada de las pandillas parlamentarias de la derecha logró destruir un proyecto de ley para adelantar una reforma tributaria que permitiría recaudar 12 billones de pesos (3 mil millones de dólares) con impuestos a las multinacionales petroleras, para evitar las deducciones en las regalías y a los juegos virtuales de azar, cuyas empresas son grandes aportantes a las campañas electorales del actual presidente del Senado, Efraín Cepeda, quien engorda jugosas cuentas bancarias en Suiza; justamente fue él quien coordinó todo el bloque que dio al traste con la propuesta tributaria oficial.
Esos 12 billones eran recursos necesarios para financiar importantes programas sociales de la actual administración progresista en el apoyo a la paz en el Catatumbo, en los subsidios a los hogares con mujeres cabezas de hogar, a la renta joven y a los procesos de reforma agraria.
Eso poco importó a tales grupos políticos reaccionarios desatando una tremenda crisis en las finanzas públicas oficiales, la suspensión de pagos de salarios y la parálisis de muchos proyectos de inversión social y de obras públicas.
Este bloqueo al gobierno está propiciando el quiebre de la paciencia popular, como en abril del 2021, desatando las manifestaciones y estallidos de indignación como la del presidente de la CUT.
Como en el refrán popular, tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe, las cosas se pueden volver a repetir en un dramático retorno de la historia para constatar que la potencia de la multitud sigue plena y vigente en la demanda de los cambios necesarios que garanticen los derechos cercenados de millones de seres humanos. Cambios a los que se niega una plutocracia egoísta plagada de privilegios y ventajas que son un insulto para el resto de la población.
Siendo así, lo que procede es avanzar en la organización de una jornada de movilización y rebelión popular como la de abril de 2021, que ya la propia acción del Muralismo de “Las cuchas tiene razón”, insinúa en su presencia multitudinaria urbana una forma de solidaridad con los familiares de los desaparecidos en la Escombrera de la Comuna 13 de Medellín por la sangrienta Operación Orión ordenada en octubre del 2021 por Uribe Vélez, Martha Lucia Ramírez y el general Mario Montoya, ejecutada por el CTI y unidades de contraguerrilla en conjunto con los paramilitares de alias don Berna.
@HoracioDuque8
* Horacio Duque es historiador y analista político.