Iván Cepeda es “la fuerza tranquila”

Por JORGE GÓMEZ PINILLA

La expresión que encabeza el título de esta columna no es nueva. «La fuerza tranquila» fue el lema de campaña y el estilo de gobierno de François Mitterrand, el presidente socialista que tuvo Francia entre 1981 y 1995. Con ese lema buscó -y logró- transmitir una imagen de calma y determinación, frente a los cambios sociales que proponía su programa de izquierda. 

En su momento, llamó la atención de los analistas constatar que mostraba una serenidad calculada y una determinación implacable frente a la oposición, por lo cual fue descrito como un «poder callado», en contraste con la agitación política de la época. 

Este también es el rasgo distintivo de Iván Cepeda, pero el principal contraste no es solo con el carácter gritón de sus opositores, sino con el temperamento del mismo presidente Petro, más reactivo y volátil (sobre todo desde su cuenta de X), como dije en columna reciente.

El talante sereno es en apariencia el principal activo -y atractivo- de Cepeda para el desempeño de su campaña, pero falta ver si juega a favor, o si de pronto pudiera representar una desventaja. La inquietud surge de la lectura del libro ¿Y si hubiera ganado Rodolfo?, del publicista y estratega Ángel Beccassino, donde hace esta tajante afirmación: “Los políticos que no sobresaltan, que no irritan, que no saben comportarse en TikTok, aburren”.

La afirmación de Beccassino no es gratuita, es la prueba fehaciente de algo que hoy no tiene discusión en la política, y que para la escritora española Irene Vallejo se expresa en estos términos: “el algoritmo premia al que abuchea con convicción. Vivimos y comunicamos cada vez más exaltados; los mensajes sin insultos suenan insulsos. Los vociferantes acaparan los megáfonos y siembran sospechas contra los sabios». (Ver Lo que sabemos sobre la ignorancia).

La pregunta que surge, inquietante, es si esto se traduce en que Cepeda no tiene ninguna posibilidad de ganar. Se la planteé a Beccassino durante el lanzamiento de su libro (que tuve el honor de presentar) y tuve la impresión de que no quiso comprometerse en la respuesta, pero sí expresó su temor sobre una eventualidad: que de pronto Iván Cepeda no tenga las condiciones físicas requeridas para afrontar las jornadas extenuantes de una campaña presidencial, en consideración a que fue precisamente su estado de salud el que le hizo demorarse en tomar la decisión final de aceptar la precandidatura a la consulta del Pacto Histórico, que ganó.

La preocupación es razonable, y aquí solo queda hacer votos para que las mejoradas condiciones de salud que lo llevaron a lanzarse al ruedo se mantengan de aquí a la segunda vuelta, el 21 de junio de 2026. Esto se traduce, en todo caso, en que al candidato le corresponde cuidarse, haciendo una campaña que retome las palabras del abogado Miguel Ángel del Río, quien considera -coincidiendo con el suscrito- que Cepeda “es una fuerza tranquila, alejada del ruido y del circo. Poco a poco la sensatez toma su lugar”.

Sensatez es lo que le sobra, como se comprobó cuando dio respuesta a sendos feroces ataques lanzados en el recinto del Senado por un vociferante JotaPé Hernández -quien mostró unas fotos al lado de guerrilleros de las Farc durante encuentros de paz-, y por la sibilina Paloma Valencia, quien, cuando Cepeda le hizo ver que las precandidatas del Centro Democrático en las encuestas “no suman ni siquiera el margen de error”, ésta en medio de su desconcierto solo atinó a pedirle que “no me vaya a mandar a matar”.

Sea como fuere, la evidencia de que en Colombia se está dando un verdadero cambio social, político y económico que deja mal parada a la oposición en su conjunto, estuvo en las enconadas reacciones del uribismo -todos a una, como en Fuenteovejuna- a raíz de la reunión de la Cámara de Comercio Colombo Americana (AmCham Colombia) con Iván Cepeda, nada menos que en el Club El Nogal, lugar de encuentro de la más rancia oligarquía nacional.

El llanto y crujir de dientes lo encabezó el sub judice expresidente Álvaro Uribe, quien afirmó que “Colombia no necesita empresas ni gremios que quieran implantar el Castrochavismo”, y continuó con María Fernanda Cabal, preocupada porque AmCham “le (sic) brinde tribuna a figuras como Iván Cepeda, cuyo historial político está alineado con la promoción del socialismo”. La lista de los quejosos es interminable, pero la cereza del pastel la puso Óscar Villamizar, para quien “las mismas empresas y el sector productivo que han padecido a este nefasto gobierno, reciben a la versión más extrema del comunismo heredado de las FARC”.

Están preocupados, por supuesto, y la preocupación central reside en que AmCham agrupa a más de 6.000 empresas de sectores como manufactura, agroindustria, tecnología, logística, salud y medios de comunicación. 

Esto es reflejo del cambio al que aludí arriba, consistente en que los mismos empresarios, más interesados en producir réditos que en los avatares de la política, hoy son conscientes de que con el gobierno de Petro el fantasma del comunismo ha desaparecido, alentados por las cifras que reporta una administración responsable en el manejo de las finanzas.

A Iván Cepeda le espera una tarea ardua, sin duda, pero no dudamos en afirmar que mientras se haga notar como “la fuerza tranquila” que necesita el país para consolidar el anhelado cambio, los colombianos sensatos podemos confiar en que tendremos otros cuatro años de continuidad de un proyecto social, político y económico que no tiene reversa.

Publíquese y cúmplase.

@Jorgomezpinilla

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
0
Queremos conocer tu opinión. Regístrate y Comenta!x
()
x