Por LEÓN VALENCIA
Me sorprendió bastante la encuesta del Centro Nacional de Consultoría [CNC], publicada en estos días por la revista Semana. El sondeo mide la participación en la consulta que ha citado el Pacto Histórico en el mes de octubre para escoger su candidato a la presidencia que eventualmente se medirá en otra consulta, la de marzo, con los candidatos de otros partidos.
Dice la encuesta que un 39.5% de los preguntados participará en la consulta. Es la primera sorpresa. Es muy alta esta intención de participar en un evento que se realizará lejos de comicios parlamentarios y presidenciales, en un ambiente aún frio, convocado por apenas uno de los variados bloques que están en competencia. Me fui a la ficha de la encuesta y supe que se encuestaron 2210 personas de manera presencial en hogares de 57 municipios del país, con un margen de error del 3%. Es decir, una encuesta realmente representativa.
Sorprende esta abultada cifra de probables votantes en la consulta de la izquierda, porque en los dos últimos meses el ambiente ha estado cargado de males presagios para la coalición de gobierno. El atentado y la muerte del precandidato a la presidencia, Miguel Uribe Turbay, trajeron del pasado los fantasmas más oscuros de la violencia y elevaron a primer lugar, entre los temas del país, la seguridad. También la condena en primera instancia del expresidente Álvaro Uribe alimentó la tensión y agudizó el debate entre izquierda y derecha.
La clínica Santa Fe en Bogotá se convirtió, a lo largo de dos meses, en un escenario desde donde salían día a día justos llamados a la solidaridad con Miguel y su familia, pero también una variedad de reclamos y críticas al gobierno. A la vez, Uribe Vélez y su partido, el Centro Democrático, convirtieron los juzgados de Paloquemao en una tribuna para acusar a la izquierda de urdir una conspiración con el fin de poner preso al expresidente. Los medios de comunicación amplificaron al infinito estos mensajes y alimentaron la zozobra del país.
Aun así, Petro y la izquierda lograron mantener en alto la discusión sobre las reformas sociales y encendieron duras polémicas con la derecha. El Congreso de la República y las calles del país fueron teatro para los debates sobre la reforma laboral y la reforma pensional. Así que la política se hacía en escenarios paralelos y la discusión sobre seguridad no logró opacar del todo el debate sobre las urgentes y necesarias transformaciones sociales de Colombia. Quizás esto sirva para explicar por qué la izquierda, en medio de la crispación, mantuvo una conexión con el electorado.
Gustavo Bolívar con el 20,4 por ciento de los votos encabeza la encuesta. En segundo lugar figura el exalcalde de Medellín Daniel Quintero, con el 16,4 por ciento, en tercer lugar aparece la exministra de Salud Carolina Corcho, con el 15,3 por ciento. Luego de Corcho, figuran María José Pizarro, 13 por ciento, Susana Muhammad 3,2 por ciento, Gloria Flórez 2,6 por ciento y Alí Bantú Ashanti 1,2 por ciento.
El CNC hizo un ejercicio adicional e incluyó a Iván Cepeda como otro posible candidato en la consulta y en ese caso los resultados serían así: Gustavo Bolívar 15,4 por ciento, Iván Cepeda 13,9 por ciento, Daniel Quintero 12,7 por ciento, Carolina Corcho 10,9 por ciento y María José Pizarro 10,3 por ciento.
Estos precandidatos, con excepción de Iván Cepeda, han estado recorriendo el país de lado a lado desde tiempo atrás y cumplen un papel de doble vía: se favorecen del arrastre que tiene Gustavo Petro; y le sirven de puntal a su administración para defender sus realizaciones y banderas. La fórmula, al parecer, les está dando resultado.
Gustavo Bolívar ocupa el primer lugar en las encuestas desde hace varios meses, pero de atrás vienen tomando cada día más fuerza Daniel Quintero, Carolina Corcho y María José Pizarro. La novedad es, sin duda, Iván Cepeda que, sin entrar oficialmente en la competencia, se ubica en el segundo lugar a menos de dos puntos de Bolívar.
Esta encuesta le mete presión a las demás corrientes políticas. La derecha, que depende en buena parte de los designios de Álvaro Uribe Vélez, tendrá que encontrar muy pronto caminos para agruparse, no puede esperar hasta diciembre para hacer una primera selección de candidatos a llevar a las consultas de marzo; el centro, en cabeza de Sergio Fajardo y Claudia López, que le ha costado tanto en estos dos meses mantener su presencia en el debate en medio de la aguda polarización, tendrá el reto de sacudirse y encontrar estrategias de unidad y de marketing político para abrirse campo en el debate nacional.
Ahora bien, tal como están las cosas, las tres corrientes están obligadas a morder los temas de sus contrincantes a la vez que hacen énfasis en sus banderas. La izquierda tiene que encontrar respuestas para los angustiantes temas de seguridad y los reclamos por corrupción, mientras agita los temas sociales que son su fortaleza; la derecha, no puede dejarle los temas sociales a la izquierda porque el país, como se ve en la encuesta que he citado, se metió en esta conversación y al parecer no la abandonará por más esfuerzos que haga la derecha para denostar como populismo barato la prédica del cambio social; y el centro, afincado como está en el debate a la corrupción y en una manera distinta de hacer política, está obligado a ofrecer un proyecto social y una nueva manera de enfrentar las violencias que acechan al país.
POSDATA. La convocatoria de la Familia Uribe Turbay al amor, a la solidaridad, a la unidad, a un país sin odios ni violencias, iba muy bien hasta el día del sepelio; ese día, cuando el féretro estaba a punto de salir para el cementerio se vino al suelo el amoroso destello de la lírica y el lodo de la reyerta empezó a cubrir dolorosamente el evento. Fue cuando se excluyó a Petro y a su gobierno del homenaje y el expresidente Uribe arrojó sobre sus contradictores y sobre otras víctimas un baldado de aguas impuras.
@LeonVaLenciaA