Por YEZID ARTETA*
El pasado 10 de noviembre se llevó a cabo una junta de vecinos en un edificio de apartamentos en Madrid, España. Entre los asistentes estaba el cineasta Pedro Almodóvar, la jugadora del Futbol Club Barcelona Alexia Putellas —Balón de Oro en 2021 y 2022—, la exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena y, entre otros personajes archiconocidos de España, Rosalía, la versátil cantante catalana que ha sorprendido al mundo con su álbum Lux, en el que emplea catorce idiomas. Los vecinos del inmueble se quejaban de los cantos a deshora de Rosalía. En realidad fue un sketch preparado por la televisión pública española a guisa de preámbulo a la entrevista de Rosalía en el popular programa La Revuelta. La conversación fue seguida en directo por 2,7 millones de televidentes. El despliegue y la importancia de la televisión pública.
Mientras que en España ocurren esas vainas, en Colombia suceden otras. Por primera vez en la historia de Colombia los medios públicos conformados por RTVC Noticias, Señal Colombia y Radio Nacional de Colombia incrementaron su audiencia entre los líderes de opinión. El Panel de Opinión 2025 de la firma de consultoría e investigación Cifras y Conceptos, situó a los programas transmitidos por los medios públicos entre los más consultados. El número de hogares colombianos que sintonizan en sus televisores, radios y celulares a los medios públicos es cada vez mayor. Una línea ascendente. “Un crecimiento geométrico” diría mi profe de matemáticas en la Escuela Normal de Barranquilla. ¿Cómo se explica esto?
Hay que darle el crédito al gobierno que lidera Petro y la mirada estratégica de Hollman Morris, actual gerente de la Radio Nacional Televisión de Colombia (RTVC). Morris hizo que RTVC se transformara en un medio con la gente y para la gente. Cuando escribo gente, estoy refiriéndome al pueblo colombiano, a una inmensa mayoría que ha sido tratada por la televisión y la radio privada como sujeto pasivo de los peores males que castigan al país. Las grandes plataformas de la televisión privada colombiana convirtieron a los pobres del país en mera carroña. Para estos medios, la gente del pueblo sólo merece aparecer en la pantalla cuando es masacrada, víctima de un mortal accidente, arrastrada por una avalancha o sepultada por el derrumbe de una mina. Sólo narran el drama y el sufrimiento del pueblo, cuando en realidad Colombia es más que esto.
El pueblo colombiano, ignorado y explotado por la oligarquía empotrada en Bogotá, no sólo trabaja y se busca la vida como puede. El pueblo también hace otras cosas. Celebra sus fiestas vernáculas, cocina y consume platos típicos, baila la música interpretada por grupos locales, dibuja impresionantes y coloridos murales, asiste con fervor a las celebraciones religiosas, aclama los triunfos de los deportistas colombianos, fabrica mochilas y sombreros, expone sus cosechas en los mercados populares y se organiza a su manera. El éxito de RTVC radica en esto: volver protagonista al pueblo, oír lo que dicen sus líderes y mostrar las cosas buenas que ocurren más allá de la burbuja en que viven los operadores políticos tradicionales, particularmente los asiduos a los clubes bogotanos desde donde no sale nada bueno para Colombia.
Viejo Topo, esta es la última columna de 2025. Pásalo chévere durante estas fiestas. No te pases de trago, ni eches pólvora como un loco. Apoya el turismo local. Compra a los artesanos de los pueblos. Cuida a la naturaleza. No eches basura a la calle. Cuida a tu familia, y no olvides sentirte orgulloso de tu país: defiéndelo si alguna potencia intenta agredirlo. ¡Salud!
* Tomado de revista Cambio Colombia