Por HUMBERTO TOBÓN*
Se escribe fácil que 15.631 personas en los departamentos que componen la región RAP Eje Cafetero, de acuerdo con cifras oficiales que contienen un amplio subregistro, se intentaron suicidar entre 2021 y 2024 y que 1.159 lograron materializar su cometido. Pero en realidad es un drama humano, familiar y social, que deja consecuencias dolorosas y permanentes.
El suicidio consumado representa el 7.4% de los intentos de suicidio en la región, los cuales tienen una tasa promedio de 140 casos por cada 100 mil habitantes, que, sin embargo, es superior en algunos municipios, asemejándose a datos críticos del nivel internacional.
Un análisis realizado por la RAP Eje Cafetero sobre el fenómeno del suicidio entre 2021 y 2024, muestra que son las mujeres entre 12 y 28 años, que viven en áreas urbanas, quienes más intentan suicidarse, debido a conflictos afectivos con su pareja, trastornos emocionales y violencia doméstica. Pero son los hombres jóvenes quienes más consuman el intento.
Los hombres intentan suicidarse por depresión, problemas afectivos, crisis económica y matoneo. Ellos son menos propensos a buscar ayuda especializada y utilizan métodos más letales que las mujeres para lograr su cometido de autoeliminarse.
Aunque las autoridades han mejorado sus presupuestos económicos y ampliado las redes de prevención y atención, el suicidio sigue asomándose como un problema de salud mental, que requiere más trabajo coordinado entre las instituciones, mejores políticas públicas y adecuadas estrategias.
La tarea debe comenzar desde la familia, con la detección temprana de síntomas, que deben ser reportados y tratados por personal especializado. Las instituciones de salud tienen la obligación de adoptar mejores protocolos de atención y seguimiento. Y la medicación cuando es necesaria, debe estar a disposición de manera inmediata.
Lo que no se puede permitir es que el tema del suicidio siga viéndose sólo desde el análisis estadístico, cuando en realidad es el síntoma de una sociedad que tiene a muchos de sus miembros en problemas, quienes creen que una de las soluciones más eficientes y definitivas es el suicidio.
Romper los obstáculos que impiden acceder a una atención oportuna; asegurarse de un seguimiento permanente posterior a la crisis; y ofrecer la cobertura territorial en salud mental, son decisiones que los gobiernos deben tomar. Mientras las familias y los amigos requieren fortalecer las redes de apoyo a las personas que presentan comportamientos suicidas.
De acuerdo con los estudios, la inmensa mayoría de los suicidas van anunciando su potencial decisión y dejan pistas permanentes de su futura actuación, muy seguramente esperando tener la ayuda que requiere entre su círculo más cercano, que casi siempre ignora esas manifestaciones, en buena medida por ignorancia frente a este fenómeno, que sacude la sociedad y que está siendo muy evidente en los departamentos de Caldas, Tolima, Quindío y Risaralda.
*Gerente RAP Eje Cafetero
@humbertotobon