Por JORGE GÓMEZ PINILLA
A raíz del lanzamiento de la candidatura de Iván Cepeda a la Presidencia de la República, dije en algún trino que tenía mi corazón dividido entre este y Carolina Corcho, y de paso alerté sobre “el fracasado exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, cuya pésima gestión propició el regreso del uribismo a Antioquia”. (Ver trino).
Unos días después, en El Unicornio manifesté que “en caso de que Iván Cepeda por voluntad propia o por otras circunstancias no se sume a la lisa electoral, es Carolina la persona más indicada para avanzar por el camino del cambio que con sus aciertos y sus errores ha trazado el presidente Petro”. (Ver columna).
Esta columna en dicho contexto es una carta abierta a los dos precandidatos, considerando el peligro real que representa Quintero, tanto para las aspiraciones de ambos como para el proyecto político del Pacto Histórico, frente al cual el presidente Petro quizá no prevé las consecuencias que a mediano plazo puede traer brindarle su apoyo a la persona equivocada.
El peligro nodal reside en que es mucha la gente de la misma izquierda que le apuesta a Quintero, con base en tres aspectos llamativos del personaje: es cari bonito (a muchas las tiene ‘matadas’), habla bien y dentro de las redes sociales se mueve como pez en el agua.
No captan la verdadera dimensión del peligro, porque están convencidos -y convencidas- de que, por haber enfrentado los más feroces ataques del uribismo, es la persona indicada para retomar las banderas del presidente Petro. Entre ellas la de “guerra a muerte” que usó Simón Bolívar en su campaña libertadora, y que el mismo Quintero ondeó en días recientes sobre el puente de Boyacá, en lance oportunista que a los sensatos de raciocinio les produce más escalofríos que entusiasmo patriótico.
Si hay una voz precisamente sensata dentro del progresismo para advertir sobre el astuto exalcalde de Medellín, es la del actual director de la UNGRD, Carlos Carrillo, quien no tuvo pelos en la lengua para cantarle sus cuatro verdades con “prístina claridad”, tanto en debate que le sostuvo en la W Radio, como en entrevista con Daniel Pacheco para La Silla Vacía.
Allí, Carrillo pone los puntos sobre las íes cuando empieza a hablar de Quintero con Pacheco: “Hay gente buena en la izquierda, ¿por qué irse a buscar a otro lado?”.
Carolina e Iván son los dos más poderosos candidatos del progresismo que pudiera haber, los más idóneos para darle continuidad al proyecto del cambio, pero existe la posibilidad de que ante la repartición de votos en casi sendas proporciones a favor del uno y del otro, los votos por Quintero conformen una mayoría decisoria, que termine por torcer la historia del país hacia rumbos insospechados.
Quintero representa un peligro latente -debemos decirlo sin ambages- sumado a que estaría éticamente impedido por tratarse de un “sujeto sub judice”, en su condición de imputado por la Fiscalía, no la de Francisco Barbosa sino la actual.
Mejor dicho, el 26 de octubre próximo podría repetirse, desde la otra orilla, lo que pasó en 2010 con la consulta abierta del Partido Conservador, cuando muchas personas de la izquierda -quizá muchísimas- votaron por Noemí Sanín para impedir que el candidato de Uribe fuera Andrés Felipe Arias. Y ganaron, pues el 19 de marzo de ese año se supo que “la exembajadora obtiene 1.118.090 votos, y el exministro Andrés Felipe Arias logra 1.080.313”. (Ver noticia).
Sobre la holgada cifra de dos millones y pico de votos de aquella ocasión, ¿cuántos creen ustedes que puso la izquierda interesada en que ‘el uribito’ no encarnara el tercer periodo del entonces cuasi dictador? La diferencia de restar una y otra votación arroja 37.777 sufragios, menguada cifra que en gran parte pudo haber sido puesta por quienes desde la otra orilla ideológica le apostaron a dañarle la ilusión al sátrapa, propiciando así la candidatura de la derecha para el “traidor” Juan Manuel Santos.
No es fácil calcular el porcentaje de votantes que desde la derecha podría haber ahora para impedir que ganen Corcho o Cepeda, pero cae dentro del sentido común que, no teniendo que votar por alguien de su propia colectividad, caigan muchos en la tentación de contribuir al triunfo del que no proviene de la ‘primera fila’ del petrismo.
Podría ocurrir entonces -vaya absurda paradoja- que un uribismo enfilado, sobre todo de origen paisa, acuda con artera intención a votar por Quintero, solo para impedir que la sucesión de Gustavo Petro recaiga en uno de los integrantes de la dupla poderosa.
Así las cosas, se darían por bien servidos si logran contribuir a que el candidato del Pacto Histórico después del 26 de octubre sea su aparente némesis, porque creen que les quedará más fácil derrotarlo.
Frente a tan ominoso panorama, urge hacerles un perentorio llamado a Iván Cepeda y Carolina Corcho para que entiendan que sobre todo en Colombia “la política es dinámica”: ¿a quién se le podía pasar por la cabeza que el 2 de octubre de 2016 el triunfo del NO a la paz habría de prolongar el conflicto?
No somos los llamados a dar consejos no pedidos, pero sí podemos dejar encendida una llama de esperanza para que sopesen en forma compartida la apremiante coyuntura y tomen la menos egoísta y más sabia de todas las decisiones, en aras de garantizar un futuro despejado de paz y progreso para todos los colombianos.
Si algo pudiera aportar a la decisión final, sería esta recomendación de nuestro Nobel Gabriel García Márquez: “Los hombres no servimos para gobernar este país. Hay grandes talentos médicos, grandes talentos del narcotráfico. Hay grandes talentos del bien y del mal, todos muy buenos en cada una de las especialidades. En lo único en que hemos sido malísimos, es en gobernar el país. La salida son las mujeres. Probemos con una mujer”.
* Imagen de portada, tomada de Larazon.co