En los últimos años ha sido más frecuente la discusión sobre las deudas históricas morales de Occidente –o sea Europa y Estados Unidos – frente a grupos socialmente excluidos o minoritarios, como pueblos originarios o del mal llamado tercer mundo.
Compartimos un pasado en el que muchos pueblos o grupos étnicos han sido peyorativamente tratados en cada ámbito social, incluida por supuesto la industria del Cine. En Hollywood nos acostumbraron a que los héroes masculinos debían ser blancos, fuertes e infalibles (White saviors), mientras que las mujeres eran en su mayoría curvilíneas y rubias, casi sin ningún defecto (complejo de Mary Sue). Quienes no correspondieran a estos rasgos físicos, debían conformarse con personajes secundarios graciosos o prescindibles en la trama principal.
Por fortuna, esta clase de visiones ha sido revaluada a lo largo de los años. Cada vez es más común encontrar personajes de distinta tez caracterizando personajes complejos y con más apariciones en pantalla. Y es el caso de Dev Patel. Este actor británico, conocido por su salto a la fama al interpretar a Jamal Malik en la cinta ¿Quién quiere ser millonario? (2008), tiene una clara ascendencia hindú y a lo largo su carrera ha querido reivindicar las raíces de sus dos naciones: Reino Unido y la India; por eso hoy, traemos tres películas para conocer más a este intérprete.
Para comenzar: The Road Within (2014). Dirigida por Gren Wells, narra la historia de tres adolescentes internados en una clínica: Vincent, con síndrome de Tourette, Alex (Dev Patel) con trastorno obsesivo compulsivo y Marie, con anorexia severa. Los tres inician en un viaje por carretera rumbo a la costa, con el fin de esparcir las cenizas de la madre de Vincent. Dev Patel llega a ser una verdadera patada en las costillas porque caracteriza a un personaje en extremo fastidioso y, para mí, el gran logro de la cinta es aproximarnos a tres trastornos muchas veces incomprensibles para los demás, con sus matices y la enorme soledad que esconde cada una. Por Prime.

A segunda hora traemos Perdí mi cuerpo (2019). Película de animación francesa, narra la historia de una mano que despierta en una morgue, sí, una mano; ahí inicia un recorrido para buscar su cuerpo y mientras, comienza a recordar cuando estaba unida a éste, su infancia, la sensación de la arena y la nieve. La mano le pertenece a Naoufel (Dev Patel) un adolescente que perdió a sus padres de niño en un accidente y ha vivido con el corazón roto, una belleza película. Por Netflix.
Y finalmente Monkey man (2024). Dirigida por el mismo Patel, es una muy disfrutable (y algo fumada) cinta de acción. Un luchador que se hace llamar Mono, emprende todo un viaje de venganza contra el jefe de Policía de la India: llena de patadas y muertes violentas, la película tiene una subtrama de los que siempre pierden, los excluidos y, de resignificación del mito: El hombre que pudo robarle a los dioses. Por Prime.
La última película es especialmente representativa dado que narra una historia que se conecta con la mitología hindú, sin embargo, es constantemente comparada por la crítica con todo un estereotipo blanco: John Wick.
En conclusión, la trayectoria de Dev Patel no solo refleja su talento actoral, sino que también encarna una respuesta crítica y creativa frente a una deuda histórica de la industria cinematográfica: la representación digna y protagónica de identidades no blancas.
A través de sus interpretaciones y decisiones detrás de cámaras, Patel se posiciona como una figura que desafía los moldes prestablecidos, aportando nuevos rostros, narrativas y sensibilidades a una pantalla que durante décadas se negó a mirar más allá de su propio reflejo. Su obra, lejos de ser anecdótica, se inscribe en un proceso de transformación cultural que busca reparar, con imágenes y relatos, años de exclusión sistemática.