Cuando la vivienda escasea

Por HUMBERTO TOBÓN*

Si usted tiene recursos suficientes y quiere comprar una propiedad en Madrid, Lisboa o Nueva York, le toca hacer muchas gestiones a través de los brokers y esperar que se presente alguna opción de venta, además de tener que aceptar que el precio sea ajustado sin previo aviso.

Ahora, si usted es residente de estas y muchas otras ciudades del mundo y quiere mantener el arrendamiento de un apartamento o una casa, deberá pasar por un viacrucis, porque le pueden aumentar el canon por encima de sus posibilidades económicas y verse presionado a desocupar el inmueble.

Una vez en la calle, lograr conseguir una vivienda es una tarea titánica y los costos generalmente se salen de los presupuestos de las familias de clase media o baja, lo que los pone en la situación de tener que vivir en hacinamiento o en la calle o en un carro.

Este fenómeno de una oferta restringida de viviendas tiene su origen en la falta de políticas gubernamentales de promoción de construcción de nuevas habitaciones, a lo que se agrega que las inversiones públicas y privadas en este sector de la economía se han frenado, por las altas tasas de interés que cobra el sector financiero, el incremento del costo de los materiales y la ausencia de terrenos urbanizables.

Las viviendas que existen y están disponibles para arrendamiento, preferiblemente son ofrecidas para rentas cortas a través de plataformas especializadas, lo cual le brinda a los propietarios mayores ingresos y mejor rentabilidad, quitándoles la posibilidad a los tradicionales residentes de las ciudades de poder acceder a uno de estos espacios.

La situación se ha vuelto tan dramática, que los gobiernos han tenido que intervenir, tomando decisiones radicales sobre el control de las denominadas rentas cortas, obligando a los propietarios a alquilarle a las familias locales, restringir los alquileres turísticos y regular la gestión de las plataformas como Airbnb, que deben reportar sus actividades y compartir información con las autoridades.

Incluso, los propietarios de las viviendas que se tienen para alquileres turísticos, deben registrarse, reportar periódicamente sus actividades, pagar mayores impuestos y disminuir los días de renta.

La intervención gubernamental ha llegado a tales niveles, que está regulando los precios que se cobran por el alquiler de la vivienda, saliéndole al paso a la especulación inmobiliaria. Además se han dictado normas para evitar los desalojos.

Toda esta reacción institucional intenta corregir las deficiencias del mercado de alquileres de viviendas, que ha puesto a miles de personas a vivir en las calles. Ciudades como Nueva York o Los Ángeles, dan cuenta de cómo profesionales que tienen trabajos permanentes e ingresos promedio para la clase media, han tenido que vivir en furgonetas o en carpas, porque no encuentran viviendas para alquilar o porque los precios de los arriendos son exagerados.

La situación de la falta de vivienda en tan crítica, que Naciones Unidas tiene un relator especial para este tema, quien ha reconocido que “gran parte de la humanidad carece de acceso a cosas básicas como la vivienda”, y asegura que el 20% de las familias del Planeta viven en lugares inadecuados y que la cifra podría ascender en los próximos años a tres mil millones de personas.

La crisis habitacional que se extiende como epidemia por la mayor parte de los países, afecta la calidad de vida de la gente y restringe los niveles de prosperidad de las ciudades, muchas de las cuales ya empiezan a sentir los efectos del caos que ocasionan miles de familias viviendo en las aceras de las principales avenidas y en sectores otrora altamente exclusivos, sin la posibilidad de acceder a los sistemas sanitarios básicos, convirtiendo las calles en verdaderas cloacas.

Las soluciones que se están planteando por parte de los gobiernos, están direccionadas a promover la construcción de viviendas asequibles para los sectores de clase media y pobre, ofreciendo incentivos tributarios a los inversionistas y flexibilizando las restricciones de uso del suelo. Mientras que las decisiones gubernamentales se implementan, con las tradicionales demoras burocráticas, el número de migrantes hacia las zonas urbanas sigue aumentando y con ello la complejidad del problema habitacional.

*Gerente RAP Eje Cafetero