Carlos Fernando Galán: Bogotá no merece un alcalde tan improvisado

Por GERMÁN ANTONIO LÓPEZ*

Ahora resulta que el alcalde de Bogotá decidió por decreto reducir el horario de la rumba en la ciudad. Los establecimientos nocturnos solo podrán operar hasta las 3:00 a. m., argumentando un supuesto aumento de riñas durante esas horas de la madrugada. Pero esta medida no es más que una excusa. Una cortina de humo de una alcaldía que prometía ser la más técnica y nos ha salido una de las más improvisadas y decepcionantes de los últimos años.

Galán le falla a la cultura, les falla a los empresarios, le falla a la ciudad. Rompe su promesa de campaña de no recortar los horarios de funcionamiento de la vida nocturna y echa por tierra la promesa de una Bogotá 24 horas. Hoy, en lugar de una capital moderna y vibrante, tenemos una ciudad con medidas retrógradas que golpean directamente a la economía, al empleo y al derecho de los ciudadanos a disfrutar de su ciudad.

Mientras la inseguridad se dispara en barrios y localidades enteras —una realidad que nadie puede negar—, el alcalde decide castigar a bares, discotecas y trabajadores nocturnos. ¿De verdad cree que cerrando dos horas antes se va a frenar la delincuencia? Si la ciudad está desbordada por el crimen, es porque su administración ha fracasado en lo fundamental: garantizar seguridad, fortalecer la presencia institucional en las calles y recuperar la confianza ciudadana. Esta medida es la prueba más clara de que la ciudad se le salió de las manos.

Pero vamos más allá. Esta decisión traerá efectos devastadores. Al reducir el tiempo de operación, muchos negocios deberán despedir entre el 20 % y el 30 % de su personal. Es decir, el alcalde está alimentando el desempleo con un decreto que parece más un capricho que una política seria. Además, cientos de trabajadores que terminan sus jornadas a las 3:00 a. m. no encontrarán transporte público funcionando a esa hora. Quedan expuestos, sin opciones y con su sustento en riesgo.

Reducir los horarios de la vida nocturna no solo es contraproducente económicamente, también es incoherente con el funcionamiento actual de Bogotá. No hay transporte, no hay seguridad a esas horas, y ahora tampoco habrá empleo ni espacios culturales. Es un retroceso para toda la ciudad.

¿Y si mejor aumentamos la presencia policial en zonas críticas? ¿Y si mejoramos la iluminación, instalamos más cámaras de vigilancia y fortalecemos las rutas seguras? ¿Y si implementamos programas educativos, oportunidades de empleo y actividades recreativas para los jóvenes? ¿Y si regulamos el consumo de alcohol en lugar de cerrar locales? ¿Y si promovemos el desarrollo económico en lugar de limitarlo?

Reducir las fiestas y eventos masivos puede ser una medida complementaria para mejorar la seguridad, pero no es una solución única ni mucho menos integral. Es necesario ir al fondo del problema: las causas estructurales de la violencia, la desigualdad y la exclusión social.

En resumen: el decreto de Galán no resuelve nada, pero sí agrava todo. No es una decisión técnica, es una decisión equivocada. Y Bogotá no merece decisiones tan incompetentes.

@GermannLopezz

* Caleño comunicador social / Director de comunicaciones. Fundador del medio independiente @LaOrejaRoja

Foto de portada, tomada de Red+Noticias