Campanella y Ricardo Darín: el dúo de oro de Argentina

En la historia del cine existen duplas que trascienden la pantalla, sea por la pasión compartida en un proyecto común o por la afinidad de sus miradas creativas, logrando que cada film vaya mucho más allá de una simple historia. Tenemos a Martín Scorsese, quien ha trabajado recurrentemente con Robert De Niro y Leo DiCaprio. Y Samuel L. Jackson en las películas de Quentin Tarantino. Y en Argentina, encontramos a Juan José Campanella y Ricardo Darín.

A lo largo de cuatro películas, Campanella y Darín nos muestran vidas atravesadas por el amor, la pérdida, el fracaso y la pasión, explorando esos matices invisibles que construyen —y a veces derrumban— a una persona. Desde las pequeñas derrotas cotidianas hasta las grandes batallas del corazón, su cine es un espejo donde de un modo u otro todos terminamos viéndonos reflejados. Por eso, hoy traemos en orden cronológico cuatro cintas en las que a través de sus miradas creativas ambos llevan la historia mucho más allá.

Iniciamos con El mismo amor, la misma lluvia (1999). La primera colaboración entre Juan José Campanella y Ricardo Darín. La película narra la historia de un escritor que trabaja para una revista de importancia en la Argentina, aunque vive bajo la constante desaprobación de su editor. En medio de todo esto conoce a Laura, una jovencita llena de ilusiones con quien inicia una relación marcada por idas y vueltas mientras todo a su alrededor cambia: sus amigos, el país, ellos mismos.

El mismo amor, la misma lluvia (1999).

Aquí, si bien el personaje de Darín no es un fracasado en términos objetivos, sí termina cediendo ante la rutina, renunciando poco a poco a sus sueños, adaptándose a la necesidad de pagar cuentas y dejar de ser, poco a poco, el escritor que quería comerse el mundo, Ricardo Darín le da vida a un hombre que, ya en la madurez, se encuentra perdido de sí mismo y tiene más dudas que certezas. Esta cinta cuenta con la participación de Eduardo Blanco y Soledad Villamil, quienes volverían a aparecer en otras de las cintas de esta dupla. Disponible en YouTube.

Como segunda película, tenemos El hijo de la novia (2001). En esta historia el fracaso aparece con más fuerza como una constante de la vida, aunque no en términos objetivos, sino visto desde los ojos de alguien que realmente importa: su madre. Darín encarna a un hombre que administra un restaurante familiar de alta cocina, pero que vive consumido por la rutina de pagar cuentas y apagar los pequeños incendios diarios propios de un negocio familiar.

El hijo de la novia (2001).

Aunque lo tiene todo, no lo percibe así, pues arrastra la frustración de que su madre siempre lo consideró un mediocre. Él no siguió el camino que ella había imaginado para su vida y, por ello, siente que la decepcionó. Y cuando por fin comienza a saborear el éxito, ella empieza a perder la memoria. La vida de Jorge (Ricardo Darín) comienza a cambiar cuando aparece Roberto (Eduardo Blanco) un amigo de la infancia que realmente lo perdió todo y busca retomar su vida, rodeándose de lo único que le queda: su mejor amigo de niño, ambos tratarán de reconectarse con sus sueños, aquellos que dejaron atrás hace muchos años. Por YouTube.

Con la tercera película, el fracaso y la pasión alcanzan un punto aún más intenso. Luna de Avellaneda (2004) presenta un universo en el que casi todos sus personajes son fracasados sin remedio. En torno a un club social en decadencia, Román Alberto (Ricardo Darín) lucha por mantenerlo a flote mientras su matrimonio, su vida familiar y sus amistades se desmoronan.

Luna de Avellaneda (2004)

Por su parte, Eduardo Blanco interpreta a Amadeo, un alcohólico que no hace nada por cambiar su destino y que intenta enamorar a una mujer que, aunque se siente atraída por él, nunca termina de decidirse. Por otro lado, una amiga del grupo se ahoga en deudas desde que su esposo la abandonó por una mujer más joven; junto a su hijo, solo puede observar cómo lo pierden todo poco a poco.

A pesar de un panorama tan sombrío, todos ellos insisten una y otra vez en preservar lo único que les queda: el club, el cual, al parecer, también están a punto de perder. También disponible en YouTube.

Y finalmente, la película que les valió el premio Oscar a mejor película extranjera y consagró para siempre este dueto dorado: El secreto de sus ojos (2009). Basada en el libro homónimo de Eduardo Sacheri, la película está contada en dos líneas temporales: el presente, donde Benjamín (Ricardo Darín) e Irene (Soledad Villamil) ya en la madurez y se reencuentran cuando él, exfuncionario judicial, decide escribir una novela inspirada en un caso policial que investigaron juntos; y el pasado, donde nos van revelando por qué este proceso penal los marcó tanto.

El secreto de sus ojos (2009).

Aquí, la pasión humana no sólo llega a una narrativa superior, sino que se explora como destino manifiesto y doloroso. Es la historia de una mujer cruelmente violada y asesinada y su esposo que se detuvo en el tiempo para siempre; la de dos funcionarios judiciales que jamás pudieron confesar su amor y todo aquello que jamás pudo ser: ¿Cómo se hace para vivir una vida vacía, llena de nada? ¿Podemos vivir sin lo que nos apasiona?

Estas cuatro películas reflejan dentro de sí el costo humano de soñar: el fracaso, pero también la necesidad de sentirse vivos. Juan José Campanella y Ricardo Darín construyeron en estas cintas todo un universo de posibilidades humanas, mostrando el poder de vivir con pasión. Porque no hay más vidas: esta es la única. Y en ella, movidos por un propósito, siempre podemos ir más allá. Quizá hoy no lo logremos o elijamos el camino equivocado; tal vez debamos empezar de nuevo, con todas las dificultades y la incertidumbre de no saber cómo terminará. Pero lo cierto es que siempre podemos averiguarlo.

@barcelonasilvo1