—Es curioso que se use ‘alférez’ para referirse a los agentes de tránsito en Santander, especialmente en Bucaramanga —comentó José Sosa mientras leía que ahora los agentes de tránsito también harán recaudo de servicio de parqueo—; ¿de dónde habrá salido el uso de este término?
—Desconozco el origen de esta costumbre, pero no del sustantivo —contestó El Sapo Inquisidor—, que proviene de una tradición y una estructura organizativa particular que, si bien no es el término oficial en el ámbito nacional para la policía de tránsito, se ha arraigado en la región. De acuerdo con Ricardo Soca, ‘alférez’ se originó a partir de la palabra árabe al-faras ‘caballo’, de la cual se derivó al-faris ‘jinete’. Más adelante, los al-faris pasaron a ser los abanderados que desfilaban a caballo. Como esta función estaba a cargo de los oficiales de grado más bajos del ejército, acabó por darse a estos la denominación de alférez, aun en los casos en que no fueran abanderados. Seguramente el uso por acá, aparte del hecho jerárquico, pude deberse a la vestimenta tipo jinete que usaban los agentes de tránsito.
—Tengo otra pregunta: si la palabra es ‘alférez’, ¿por qué mucha gente dice “alfer”?
—Sencillo: porque mucha gente ve ‘alférez’ como “alferes”, como si fuera plural, por lo que deducen que el singular sería la forma “alfer”, incorrecta e inexistente. El sustantivo es ‘alférez’ y el plural es ‘alféreces’.
—Yo añadiría más preguntas —intervino el ilustre profesor Gregorio Montebell—: ¿qué función real cumplen los alféreces por estos lados?; ¿por qué no se encuentra un alférez ni para un remedio, salvo que sea atalayando detrás de las esquinas?; ¿por qué la gente no los respeta? Yo mismo respondo: los alféreces han dejado que se pierda el respeto por ellos, y hay municipios en donde hasta se les teme, porque su imagen no representa autoridad y legalidad, sino lo contrario; y algunos ciudadanos, en medio de este caos en el que estamos viviendo, se voltean con violencia para arremeter contra ellos, porque sí o porque no. Como servidores públicos, hay que respetarlos; pero ellos también deben “darse a respetar”, como nos enseñaron de niños.
Nos sorprende esto de que ya se establecieron tarifas para alquilar el espacio público; ¡qué mal! Ahora, si las tarifas fueran, por ejemplo, el triple de lo que cuesta un parqueadero convencional… pero, a precio de tripa picha, la gente escoge la calle y no el parqueadero.
Mensæ tegumentum. Con la muerte de Luz Alba Porras de Gómez, los socorranos perdimos a un bello ser humano y a una importante líder regional. Van mis sentimientos de pesar para su familia, en especial para Tulia Inés Gómez Porras, orgullo nuestro por décadas.
@PunoArdila