Salario mínimo, 23%: un jab de izquierda económico y político

Por Germán Ayala Osorio

Con la sorpresiva alza del 23% para el salario mínimo el gobierno de Gustavo Petro propina un golpe político -y por supuesto electoral- a una oposición que hacía unos cincuenta años venía actuando desde la ceguera moral, en términos de pérdida de sensibilidad social.

Se trata de una decisión que se mueve entre teóricas económicas opuestas, la neoliberal y la Keynesiana. Es obvio que hay de por medio un cálculo político-electoral, por parte de un gobierno que nuevamente le apuesta a poner la agenda social por encima de las mezquindades de una clase empresarial que convirtió a sus agremiaciones en trincheras ideologizadas, más cercanas a las lógicas de la derecha política. No olvidemos que Fenalco y la Andi han sido manejadas por sus presidentes como parapetos clasistas, desde donde ahora se ataca reciamente el proyecto de reivindicación popular que encarna Petro.

Varios analistas lo advirtieron: frenar las reformas en el Congreso, atacar al presidente Petro como persona y cuestionar su masculinidad desde anacrónicos e hipócritas marcos morales, así como insistir en la ya manida narrativa del neocomunismo-castrochavismo-socialismo, para lo único que ha servido es para que que el presidente Petro se haya visto obligado a convertir la Casa de Nariño en una especie de ring de boxeo desde el que dispara poderosos jabs de izquierda mediante decretos con fuerza de ley. Así ha enfrentado las derrotas en el Congreso de varias de sus iniciativas, tumbadas caprichosamente por los calanchines legisladores de la oligarquía nacional, sin que haya mediado discusión conceptual alguna.

Muy seguramente el impacto económico del alza del 23,7% del salario mínimo lo recibirán las pequeñas y medianas empresas, sometidas a una carga impositiva que el propio Congreso se opuso a revisar y disminuir, solo por ir en contra del gobierno Petro. Le corresponderá al próximo gobierno tramitar ante lo que se espera sea un renovado Congreso, medidas que alivien la onerosa carga de impuestos sobre las pymes y MiPymes.

En pocas horas llegará el 2026. El Gobierno en ejercicio llega con una ventaja electoral representada en la gozosa satisfacción de millones de los mellones de trabajadores que celebrarán gozosos el aumento de 300 mil pesos en el salario mínimo.

La derecha llega dividida y atomizada por cuenta de sus propios errores y mezquindades, pero sobre todo por la torpe visión de país que hasta ahora han ofrecido los expresidentes Álvaro Uribe Vélez, Andrés Pastrana, César Gaviria y el insulso de Iván Duque Márquez, fichas decadentes de un Establecimiento liderado por banqueros, industriales y empresarios acostumbrados a poner sus fichas en la Casa de Nariño para privatizar la operación del Estado.

La prensa corporativa tiene una altísima cuota de responsabilidad en el complejo escenario electoral donde se moverá la derecha: sin filtros en sus líneas editoriales, la gran prensa mintió, manipuló, tergiversó y atacó sin piedad al gobierno Petro. Al final, el oficio y centenares de periodistas perdieron credibilidad, así como el respeto de amplios sectores de unas audiencias que fueron aceptando al progresismo como una opción válida, pero sobre todo comprendiendo que estábamos en manos de una una élite que se había acostumbrado a dar órdenes y a que le obedecieran sin chistar.

Hoy, comienzan a sentirse ‘noqueados’ por un rival que en la arena política encarna nuevos bríos.

Adenda: los conceptos aquí expuestos me sirvieron para mi tesis doctoral: Estado, agroindustria cañera y afectaciones socio-ambientales. Sostenibilidad asistémica funcional y ontologías de la resistencia en municipios del Norte del Cauca y Sur del Valle del Cauca

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