¡Cuánto ha cambiado la radio! Hace unas décadas el periodista y el locutor debían tener licencia, y el lector de noticias, como figura neutral, presentaba la información de manera más objetiva, sin sesgos personales o ideológicos marcados, y su presencia confería al espacio informativo un carácter formal y serio, que propiciaba mayor confianza en la audiencia. La estructura tradicional de los noticieros, con un lector presentando las noticias y los periodistas complementando con reportajes, ofrecía una organización clara y fácil de seguir para el espectador.
Ante una presentación que podía resultar estática y poco atractiva para las nuevas generaciones, y por lo distante de la figura del locutor, que limitaba la interacción con los espectadores y la posibilidad de generar debates en vivo, sumado a que la búsqueda de la objetividad podía llevar a una presentación superficial de los hechos, sin profundizar en sus causas y consecuencias, se planteó un nuevo modelo, más dinámico, con debates y opiniones, en un formato dinámico y atractivo, con participación de diferentes voces y perspectivas, que permite el debate y una interacción más directa con la audiencia.
Estos espacios, en teoría, dedicados a análisis y opinión, permiten profundizar en los temas y ofrecer diferentes puntos de vista, lo que enriquece el debate público. Insisto: “en teoría”, porque la preponderancia de opiniones sin fundamento ha llevado a una pérdida de objetividad y a una mayor polarización de la audiencia. Se suman a ello los debates carentes de rigor, basados más en emociones que en hechos contrastados, y la búsqueda del rating, que lleva a un sensacionalismo perjudicial para la calidad de la información.
Ambos modelos tienen fortalezas y debilidades. Lo ideal sería encontrar un equilibrio entre ambos, combinando la objetividad y la formalidad del modelo tradicional con el dinamismo y la profundidad del nuevo modelo, porque lo que estamos viendo actualmente da pena. Fácilmente, podrían alternarse los segmentos con un presentador más neutral con otros dedicados a debates y análisis; priorizar la información contrastada y verificar las fuentes de todas las opiniones expresadas; fomentar la capacidad de la audiencia para analizar la información de manera crítica y distinguir entre hechos y opiniones, y definir claramente los roles de cada participante en un debate y evitar los ataques personales.
La evolución de los espacios informativos es un proceso constante y adaptativo, y lo importante es que los medios de comunicación se esfuercen por ofrecer una información de calidad, veraz y objetiva, al tiempo que se adaptan a las nuevas formas de consumo y a las demandas de la audiencia; pero todo indica que la prioridad, por encima de la información y del público, es el poder que representan el dinero y la política.
@PunoArdila