Por RODRIGO ZALABATA*
Solo comparable con el dolor por la desaparición de sus hijos en la Operación Orión es la puñalada mediática que les propinó Néstor Morales, director de Blu Radio, a las madres de Medellín. Es la misma herida que ya les habían propinado por otros medios, al tildarlas de locas por reclamar el cuerpo de los hijos desaparecidos.
En esta ocasión, el periodista de cuyo nombre nadie quiere acordarse se atrevió a sugerir que pudieron haber sido los mismos familiares, incluidas las madres en primera línea sanguínea, quienes botaron al basurero a sus hijos para luego reclamarlos como víctimas.
Ahora que empezaron a aparecer cadáveres en La Escombrera, un muladar donde se sospecha fueron arrojados los cuerpos de sus hijos asesinados por un combo mixto de militares y paramilitares, tomó fuerza un movimiento cívico manifestado en murales en la ciudad, reclamando la memoria de los desaparecidos.
El periodista Néstor Morales durante una entrevista a uno de los líderes muralistas salió en defensa de la presunción de inocencia del expresidente Álvaro Uribe, cuya imagen acompaña el mural de los hechos porque fue durante su gobierno y por ser confeso determinador de esa embestida de guerra a la Comuna 13, la más popular de Medellín. Y no se puede olvidar que fue en una manifestación callejera que lo enfrentó, donde vociferó: «¡YO DI LA ORDEN!».
A las madres que se habían consagrado a la busca de sus hijos desaparecidos, se les hizo ver como almas en pena, ‘lloronas’ que resonaban nombres inexistentes, a cuyo llamado las autoridades civiles no se permitieron el deber de escuchar y buscar, más bien se negaron, lo que causó que se quedaran hablando solas y declaradas locas ante la opinión pública.
En Colombia se había instaurado la práctica oficial de ejecutar a sangre fría a jóvenes inocentes, previa invitación a darles trabajo, para contar con ellos las bajas en combate en la guerra contra la subversión, los denominados Falsos Positivos. Pero lo sucedido en la Comuna 13 fue mucho más tajante, porque los jóvenes de allí, los que el ejército armado entró a buscar como supuestos guerrilleros, se cree que fueron asesinados y desaparecidos de la realidad, como si nunca hubieran existido, sin que ninguna autoridad de cuenta de su entidad, una especie de ‘falsos negativos’.
A la negación de tales hechos se le considera una revictimizacion de los caídos, porque además de su muerte se hacía pensar que había cierta justicia en ello, así no lo permitiera la pudorosa Constitución, porque a nadie se le mata por que sí. Y no estarían “recogiendo café”.
Es la misma justicia que impartía el narcotráfico, cuando después de asesinar a su víctima se presentaban a su velorio a rematarlo en la mortaja, para que no quedara ninguna duda de la culpa del muerto en una segunda instancia.
No hay que olvidar, los Falsos Negativos fueron primero, solo que hasta ahora aparecen, al comienzo de los gobiernos en que se hicieron causa militar los Falsos Positivos, cuya lógica criminal los llevó a pensar que de nada servía matar jóvenes inutilmente, echados a la basura, si mejor se les ponía a trabajar en las cifras positivas del Estado, en la reducción del desempleo, los mismos que se ocupaban como muertos subversivos.
Pero lo sugerido por el periodista Néstor Morales puede ser lo más abominable que se haya pronunciado en la Historia universal de la infamia que narró el genio de Jorge Luis Borges, porque su comentario no revictimiza a las víctimas, a quienes no pueden herir las canalladas con que apuñalen su memoria, sino a los propios victimarios, ya que en la lógica criminal quien oculta el cuerpo del delito es quien lo ha cometido, de tal suerte que encaja la teoría de que unas madres locas asesinaron a sus hijos para luego sembrarlos en un basurero para que fueran sepultados debajo de toneladas de escombros y así desaparecidos reclamarlos como víctimas.
No sé si Colombia misma esté loca, lo que sí podemos decir con certeza es que el periodismo, el oficio más bello del mundo, como bien lo definía el inmortal periodista Gabriel García Márquez, oficiado de esa manera es la verdadera Escombrera humana.
@RodrigoZalabata
* Rodrigo Zalabata nació en Valledupar, Cesar. Profesional en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Libre de Colombia. Autor del libro de cuentos El despertar de los sueños. Ha sido columnista en distintos medios nacionales. También ha publicado ensayos en revistas literarias. Publicó el ensayo «Se fue Gabo, nos dejó un universo», en la revista Letras Latinoamericanas, publicada por editorial Planeta en convenio con varias universidades de América y Europa.